El significado cultural del Meme
Los memes abordan cualquier tema: desde caricaturas, programas de televisión, deporte, educación, salud, tecnología, hasta filosofía, política o banderas de protesta social. Un meme puede ser un icono, una frase de un libro, una imagen con o sin contexto, una noticia, un acto o comportamiento humano, una canción o incluso un objeto inanimado. En fin, hay memes para todos los gustos.
Se conoce como meme a la conjunción de una imagen, un texto y/o video, humorístico la mayoría de las veces, replicado dentro de Internet, ya sea por medio de las redes sociales o por cualquier otro entorno virtual. Sin embargo, este término deviene de una teoría de la difusión cultural denominada “memética”, que refiere a la mezcla de las palabras memoria y mímesis (imitación) y funda su hipótesis en la transmisión cultural.
Esta teoría fue fundada en el año 1976 por el zoólogo keniano Richard Dawkins, a partir de su libro “The gene selfish” (El gen egoísta). El eje de su teoría radica en la analogía del meme, concebido como “unidad cultural” (una idea, creencia, patrón de comportamiento, etc.), ligado a la idea de reproducción del gen humano. Los rasgos culturales o memes se replicarían entonces, como lo hace un gen a través del tiempo; se reinterpretan, modifican, compiten y heredan códigos de otros memes, lo que a su vez permitiría su propagación masiva. Los memes son los genes de la cultura de la web.
¿Significa esto que un meme sirve para algo más que morirse de risa?
Los memes tienen un sentido social, surgen de la necesidad de pertenecer a una comunidad definida, como una forma de interacción con el otro, como referencias culturales o como una forma de describir situaciones cotidianas de las personas. En este sentido, son reproducidos en la medida en que llevan un referente o conducen a que se comparta un significado concreto. Sirven, de hecho, para mantenerse conectado a esa referencia cultural en el lenguaje adecuado. Entender un meme es entender el tiempo en el que vivimos. Los memes provocan una emoción, un sentido de pertenecía, que permite que sean compartidos y viralizados.
Por otra parte, no sólo transmiten sentidos culturales, sino son formadores de opinión, por lo cual también son utilizados por empresas o campañas políticas desde la parodia y la caricaturización de los actores u objetos, transformándolos en personajes o símbolos con poder mediático. En muchos casos, su poder ha reemplazado hoy, a los carteles y afiches como formas de expresión pública.
Es tal su alcance, que su impacto en la sociedad está siendo estudiado por diversas instituciones científicas para explicar: el por qué, el origen de su popularidad y sus efectos a largo plazo.
Pero, ¿todos podemos memear?
Por supuesto que sí; la tecnología nos da la mano para desarrollar esa idea que tenemos en la cabeza y opinar de programas, series, política, de deportes o de la vida diaria, entre otros tantos temas. Los memes permiten manejar lo que se desea comunicar de manera divertida y desde la perspectiva que se nos ocurra, basta con tener creatividad y algo de humor para poder viralizar esas ideas. Lo importante es el sentido que le demos a esas producciones; cuando son mal utilizadas pueden producir un efecto profundamente negativo, convirtiéndose en un mecanismo de acoso virtual. Es importante tener en cuenta que las personas con las que se ilustran muchos de los memes virales, no solicitan esa exposición pero deben asumir las consecuencias de vivir con ello. Son víctimas de la libre utilización de sus fotografías en la web, lo quieran o no. Y aun cuando no utilicemos la imagen de una persona, el mensaje que podamos transmitir –si es negativo, incita a la violencia o es discriminatorio- también puede generar el mismo efecto.
En fin, el límite de un meme es solo la imaginación y su realización hoy se encuentra al alcance de todos. Sin embargo, no debemos olvidar, las consecuencias que pueden llegar a traer lo que publiquemos en la web.
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